Hay dos dimensiones a tener en cuenta para que el agua quede en la chacra: una es garantizar la infiltración del agua de lluvia en el suelo, y la otra es brindar condiciones para que la humedad ambiente permanezca la mayor cantidad de tiempo posible. Los 13 técnicos del Servicio de Extensión Yerbatero del INYM, junto a los productores, vienen trabajando para lograr ese objetivo.
“En estos últimos años el déficit hídrico fue muy notorio”, recordó el ingeniero Alejandro Giménez, del Servicio de Extensión Yerbatero. “La ausencia de precipitaciones, sumado a suelos desnudos y compactados, que impiden la infiltración de agua, afecta directamente al cultivo, mermando su rendimiento”, agregó.
Para comprender mejor el escenario: los datos del área Técnica del INYM indican que el suelo de monte es capaz de captar toda la lluvia que cae y, en cambio, los suelos yerbateros, mayormente en condiciones regulares o malas tras décadas de producción, sólo absorben entre el 30 y el 40 % de las precipitaciones.
Con la mirada puesta en revertir la situación, desde el INYM se promueven prácticas conservacionistas que, de perdurar en el tiempo, permitirán recuperar la capacidad de infiltración, retener el agua en el perfil del suelo y la recarga de las napas que alimentan las vertientes.
Descompactación, árboles nativos y cubiertas verdes
Una de ellas es “la descompactación, que mejora las propiedades físicas, aireándolo, dejando espacio para que el agua ingrese al suelo, y junto a esto, plantaciones en curvas a nivel y cubiertas verdes espontáneas e implantadas, tanto en invierno como en verano”. A la par, se promueve la “incorporación de árboles nativos y cortinas rompe viento, que proveen sombre y ayudan a mitigar la pérdida de agua por evapotranspiración”.
De hecho, durante una jornada de campo donde la temperatura ambiente superaba los 40 °C, los técnicos del INYM, en zonas sin árboles, pudieron verificar que en yerbales sombreados la temperatura no superaba los 35° C. «Este dato no es menor ya que la yerba mate pertenece a un grupo de plantas que cuando se superan los 25°C cierran los estomas, para protegerse de la pérdida de agua por evapotranspiración y dejan de fotosintetizar. O sea que cuando la planta de yerba mate se expone a temperaturas extrema, dejan de producir”, advirtió la ingeniera Verónica Scalerandi, jefa del área Técnica del Instituto. “Con la incidencia del sol directa, y altas temperaturas se producen daños en las ramas cuya sanidad es necesaria para garantizar la producción a futuro”.
El dosel arbóreo y la cobertura del suelo hacen que las temperaturas sean menores, contribuyen a mejorar su estructura y a protegerlo de las precipitaciones fuertes y el viento, que lo erosionan. “Además, generan condiciones para el almacenamiento de agua, con humedad por más tiempo, y al contar con un suelo más poroso, las raíces de las plantas de yerba mate puedan explorar más, aprovechando los nutrientes y el agua”, detalló Giménez.
Cortinas, curvas a nivel, caminos y vertientes protegidas
Las cortinas de árboles, denominadas rompe vientos, protegen de los vientos de 10 a 15 veces su altura. También generan un microclima, mantienen la humedad del ambiente (al no haber masas de aire no se seca el ambiente); permiten bajar la temperatura del aire; dan sombra; y actúan como barrera contra plagas entre un lote y otro, y lo mismo ocurre con malezas, ya que evitan que el viento lleve semillas de un lugar a otro.
Si hay pendiente en la chacra, ¿cuál es la práctica recomendable? “Lo ideal es sistematizar para retener agua y evitar erosión por escorrentía. En caso de que las pendientes superen el 5%, pueden implementarse terrazas, camellones, y lomos”, propuso Giménez.
“Hay que tener en cuenta –continuó- que la escorrentía no es solamente un desperdicio del agua de lluvia que podía haber contribuido a la producción de cultivos y a reabastecer las aguas subterráneas, sino, además, frecuentemente, causa inundaciones, daña los caminos y las tierras agrícolas, erosiona el suelo que a su vez es depositado en el curso de los ríos y estanques aguas abajo”.
Estas prácticas, enfatizó el técnico: “nos beneficiará en años donde las precipitaciones son bajas con la acumulación de agua en el perfil, y en los años donde las lluvias son abundantes su función es de conducción del agua de modo que no cause problemas de erosión”.
En la misma línea, es importante proteger con arbolado las márgenes de los arroyos y vertientes, y sistematizar los caminos. “los caminos suelen estar compactados y en esas condiciones, cuando llueve se produce escurrimiento superficial y pérdida de agua”. Frente a ello, “se recomienda mantenerlos empastados todo el año; si es una plantación nueva, incorporar el camino a la sistematización del predio, y en el caso que sean caminos antiguos erosionados, donde hay mucho escurrimiento de agua superficial, construir lomos o camellones, y pozos de infiltración para la captación de agua y partículas sueltas del suelo”, concluyó.
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