Con paciencia y dispuesto a innovar en técnicas agrícolas, Jorge Lizznienz está logrando recuperar la fertilidad del suelo con 60 años de uso agrícola y la productividad en su yerbal. La tarea es acompañada por el INYM y abarca una mirada integral, enfocada en restablecer el equilibrio ambiental para un desarrollo sustentable de la chacra.
La chacra de Jorge Lizznienz está ubicada en colonia Arroyo Bonito, a pocos kilómetros de la ciudad de Jardín América. Sólo una pequeña parcela de las 12 hectáreas de yerba mate fueron plantadas por su padre, y las demás comenzaron a crecer hace pocos años en tierras donde inicialmente hubo tung, luego mandarina y más tarde eucaliptos.
“Trabajo en la chacra desde joven, primero con mi papá. Es un suelo al que se le exigió mucho, y para recuperarlo estoy trabajando con cubiertas verdes”, contó el productor.
En la superficie ocupada con yerba mate, Lizznienz instaló raygrass, avena negra y nabo forrajero para devolver fertilidad y agua al suelo. La experiencia, exitosa, fue tomada como ejemplo para una jornada de capacitación que el Servicio de Extensión Yerbatero (SEY) del INYM brindó, el martes 9 de agosto, junto a productores del lugar y a la Fundación Hora de Obrar, que proveyó de mudas de árboles nativos.
“Era muy distinto el manejo de suelo que hacía mi padre: mucha rastra y la degradación estaba a la vista”, recordó. “Con el tiempo uno va aprendiendo cosas nuevas, en cursos, en charlas, los ingenieros te van asesorando. Yo aprendí y volqué otras técnicas. Los resultados se ven en la fuerza y el rinde del producto”, agregó. “Con la sequía fue notable cómo se mantuvo la humedad en las parcelas con cubiertas verdes”, indicó. “Hay que innovar y llevar el registro de lo que uno va haciendo porque eso permite comparar las acciones e identificar dónde hace falta mejorar”, concluyó.
Suelo cuidado
En la chacra, las ingenieras Mara Schedler y Gabriela Silva Dico, integrantes del SEY, brindaron charlas a los productores sobre cubiertas verdes invernales, y Romario Dohmann, de Hora de Obrar, sobre árboles nativos en el yerbal.
“Si implementamos estas dos acciones tenemos un ambiente más ameno y conservamos más tiempo la humedad en el suelo en verano o cuando faltan lluvias”, explicó Schedler, al tiempo que enfatizó que “son muchos los productores que destacan esta cualidad, que tienen cubiertas verdes y árboles en el yerbal y no sufrieron tanto la última sequía”.
Lo más importante, dijo, “es tener el suelo cubierto, con el manejo de especies espontáneas, la capuera, o con especies implantadas”, y plantar los árboles nativos como cortinas para disminuir la fuerza del viento o en los entre líneos, cada 10 o 15 metros, ya que además de posibilitar la infiltración de agua en el suelo y bajar la temperatura, dan frutos para las aves que son controladoras naturales de plagas, como el taladro, y flores para abejas polinizadoras”.
Sobre las especies implantadas en la chacra de Lizznienz, la técnica puntualizó que el raygrass ”es una gramínea, un pasto, con un gran volumen de desarrollo de raíces superficiales y el nabo forajero tiene un sistema de raíz más pivotante”. Entonces, continúo, “podemos ver esto: con raygrass tenemos raíces desarrolladas más superficialmente y con el nabo, una raíz que explora en profundidad y al descomponerse genera apertura en el suelo”. Ambas “colaboran muy bien en aumentar la porosidad del suelo para el ingreso del agua y de los gases en el suelo”.
Las especies nombradas son de resiembra natural. “Quiere decir que el productor una vez que realiza la inversión en la compra de semillas para instalar cubiertas por primera vez, si las especies logran florecer y dar frutos, se asegura la resiembra natural y todos los años, en invierno, tiene estas cubiertas”.
¿Por qué dice “si las especies logran completar su ciclo”? ¿Qué hay que tener en cuenta para elegir la cubierta a sembrar?, preguntamos a Schedler. “La elección de las especies está muy relacionada a las condiciones físico química de los suelos. En suelos que no están con su mejor fertilidad físico química, las especies como raygrass no suelen prosperar exitosamente, es decir no logran culminar su ciclo. Para esos casos recomendamos la avena negra, que, si crece en suelos planchados y después de un tiempo, volcarnos a la compra de raygrass”, contestó.
Además de esos servicios, las cubiertas verdes y los árboles aportan materia orgánica. “Es un trabajo gradual, lleva su tiempo ver los resultados, que incluye disminución de costos. ecomendamos trabajar con especies que culminan su ciclo en un año, mueren y devuelven materia orgánica al suelo, y tiene resiembra”, dijo.
Árbol con árbol, mejor
El INYM, junto a la Fundación Hora de Obrar, promueve la presencia de árboles nativos en los yerbales.
“Lo que buscamos es instalar ambientes diversificados en los yerbales y con ello muchos beneficios”, manifestó Schedler. “En el verano medí la temperatura de suelo en un yerbal sin manejo de árboles y escasa cobertura y un yerbal con árboles y cobertura, y la diferencia en temperatura de suelo fue de 8 grados”, informó.
Romario Dohmann, de la Fundación, explicó que la organización que representa “tiene una iniciativa que se llama Crece Selva Misionera, que consiste en reforestar con árboles nativos en áreas degradadas, bordes de arroyos, zonas afectadas por incendios y también en el sector productivo, en este caso a través del INYM fomentando en los productores la incorporación de árboles en los yerbales”.
Se trata de “una estrategia de mitigación de cambio climático y de sensibilización sobre los diversos beneficios que aportan los árboles nativos en el área productiva”.
La Fundación entregó a los productores “plantines con de especies frutales, para la biodiversidad, la fauna, aves e insectos, abejas y otras que aportan nutrientes al suelo y son de uso maderable en el futuro”.
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