Qué cambió a 20 años de los históricos “tractorazos” yerbateros

Dos veces los productores instalaron sus máquinas en el centro posadeño hasta obtener lo que buscaban: la creación del INYM. Un repaso de aquellos meses de lucha agraria.

Hace 20 años, se iniciaba un hecho extraordinario en Misiones, que tiene su paralelo en la Revolución Francesa por tratarse de una rebelión liderada por la clase media (tal como lo explica el escritor Juan Ricardo Kelm). En la madrugada del 29 de mayo de 2001, cientos de familias agrarias confluyeron en el ahora emblemático Cruce Karaben, al costado de la ruta nacional 14, en Guaraní.

Tras exponer la situación de penuria que atravesaban, agobiados por políticas gubernamentales que los excluían, esa mañana decidieron encender los motores de los más de 70 tractores y cosechadoras y 150 camionetas apostadas en el lugar, e iniciar lentamente el recorrido en caravana, escoltados por Gendarmería Nacional y la Policía, por ocho kilómetros hasta el centro de Oberá, donde fueron recibidos por un numeroso y espontáneo acompañamiento de los vecinos.

La caravana tuvo tres kilómetros de extensión. Comenzó en la ruta nacional 14 y terminó con un acto en el centro de la ciudad. Allí unos mil colonos confirmaron que a partir del próximo lunes comenzarán con el paro agrario e impedirán el ingreso de hoja verde en los distintos secaderos. Encabezados por los máximos dirigentes de la Asociación de Productores de la Zona Centro (APZC) y de la Zona Sur (APAZUR) y respaldados por los intendentes de Oberá, Guaraní y Alvear, resolvieron que la próxima semana desembarcarán con un tractorazo similar en la capital provincial y que luego montarán una carpa frente a la Casa de Gobierno, con o sin el permiso del intendente de Posadas. Para la producción primaria la única salida es que el Gobierno presione a la molinería y a los demás eslabones de la actividad yerbatera para que el precio de la materia prima alcance valores rentables: 16 centavos la hoja verde y 68 la canchada”, contaron las crónicas de hace 20 años.

Efectivamente, con el convencimiento de que así como estaban las cosas no se podía seguir, los colonos de Campo Viera, Alberdi, Alvear, Ameghino, Panambí, Guaraní y Oberá levantaron su voz y -entre varias propuestas de cómo salir adelante- surgió un “vamos a Posadas”.

Para comprender mejor aquel momento, Hugo Sand de APAM repasó el contexto político económico vigente. “Veníamos de años de desregulación de mercado, de eliminación de la CRYM, de privatizaciones como la de Papel Misionero y Banco Provincia, de la apertura del mercado exterior, todas políticas neoliberales que en la década del ‘90 empoderaron a los grandes capitales y debilitaron a las pequeñas industrias y a los productorescuando nos reuníamos para buscar soluciones, nos decían que éramos ineficientes, o sea nos hacían responsable de la crisis, nos decían que teníamos que vendar las tierras, todo con el objetivo de desmoralizarnos y empujarnos a ser parte de las villas en las ciudades, de forma tal que puedan seguir incrementando su poder”.

Tractores a Posadas

Una semana después de la movilización en Oberá, los tractores se pusieron nuevamente en marcha, para llegar al corazón institucional de la provincia. Organizados en un Foro de la Producción Primaria, con base en la solidaridad, mujeres, niños y hombres de las colonias de la zona Centro partieron el 4 de junio de 2001 hacia Posadas. Por la ruta nacional 12 bajó un grupo desde las chacras del Norte, y otro avanzó desde el Sur.

Finalmente, el 6 de junio de 2001, agricultores de las más diversas localidades de Misiones ingresaron a Posadas, protagonizando un momento sin precedentes. El ruido y la estructura de las viejas maquinas, el olor a diesel (como lo describió un periodista que cubrió el hecho), los rostros, la templanza de quienes labran la tierra, acapararon toda la atención y, al igual que en Oberá, conquistaron el apoyo de los vecinos.

Ya apostados en la plaza 9 de Julio, ubicados frente a Casa de Gobierno, permanecieron 17 días en cuyo transcurso obtuvieron -mediante la participación en una Mesa de Concertación- la promesa de un mejor precio para la materia prima, un subsidio de 8 millones de pesos y una Ley Yerbatera.

En febrero del 2002, el Congreso de la Nación sancionó la Ley 25.564 de creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Una buena noticia. Sin embargo, pasaron los meses, y la realidad del agro misionero siguió igual o peor.

En la memoria colectiva, el primer tractorazo había dejado algunas enseñanzas, fundamentales para la organización de una nueva movilización, más importante y definitivamente contundente. Una movilización que tenía como objetivo hacer de cada promesa una acción que permita mejorar el sector. “El colono misionero es de una gran mansedumbre, a veces se abusa de esa condición… pero para entonces, cansados de los discursos de los gobernantes, teníamos la certeza de que no íbamos a bajar los brazos hasta tener algo concreto; por más derrotados que nos sintiéramos, lo que teníamos en la cabeza era que había que seguir hasta conseguir, en este caso, poner en marcha el INYM; teníamos la Ley pero sin decreto reglamentario, veíamos que se caía y que no se iba a aplicar, y ante ese temor comenzamos a movilizarnos”, resumió Hugo Sand.

Así, se organizó el segundo tractorazo. El trayecto de 100 kilómetros entre Oberá y Posadas resultó más largo. De la misma manera, fue dificultoso para quienes se trasladaron desde Andresito, Montecarlo, Eldorado, por la ruta nacional 12: en el camino se encontraron con la fuerza pública que intentó disuadirlos. “La idea era juntarnos en Santa Ana, los del Centro y los del Norte, y de ahí seguir a Posadas. Pero nos enteramos que en Santa Ana nos esperaba un ejército de efectivos decidido a no dejarnos pasar, entonces nosotros fuimos desde el Cruce Karaben por la ruta 14 hasta Alem, y al llegar a la Cooperativa Tabacalera nos encontramos con la Policía. Pasamos la noche ahí con lluvia, barro, todos abajo de carpas o de los camiones con los que llevábamos los tractores”, recordó Sand. Enterados de la situación a través de las radios, los taxistas y remiseros obereños formaron un columna y se trasladaron hasta el lugar en apoyo para respaldarlos. Así, el paso fue liberado.

Después de sortear las barreras en las rutas, el 29 de mayo de 2002 los agricultores, con sus maquinas, volvieron a ingresar a la ciudad de Posadas y a ocupar la plaza 9 de Julio, frente a Casa de Gobierno. Esta vez, los colonos yerbateros con improvisadas carpas y 358 tractores portando cartelería y banderas argentinas, permanecieron estoicos durante 53 días, abrazados por la solidaridad y la esperanza, en un ir y venir de propuestas de soluciones que no cubrían las expectativas, el frío del invierno y la incertidumbre.

Se paró la actividad productiva, hubo cortes de ruta (en el Cruce de San José, ruta provincial 105 y nacional 14) y se conocieron también denuncias penales en contra de la entonces vigente Coordinadora Multisectorial, que representaba al sector productivo yerbatero y a otros disconformes con el curso económico vigente.

Finalmente, el decreto reglamentario de la Ley 25.564 empezó a tomar forma. “Solicitamos que se reglamente en Posadas, creo que fue una de las pocas leyes nacionales que tuvo ese tratamiento; venían dos doctoras de Buenos Aires para redactar, nos reuníamos en el Ministerio del Agro y lo que proponíamos iba tomando forma jurídica en el documento, viajaban a Buenos Aires, volvían con las correcciones y así hasta que finalmente se logró la reglamentación y la constitución del primer Directorio del INYM”, recordó Sand.

El 13 de julio de 2002, el presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, firmó el decreto reglamentario que puso en marcha el INYM y, con esa medida, los productores pasaron a formar parte de la decisión de los valores de la materia prima de la yerba mate. Hubo festejos: primero con la entonación del Himno Nacional, una ceremonia religiosa y luego haciendo sonar las bocinas de los tractores a modo de despedida de la plaza 9 de Julio, tras lo cual los agricultores dejaron la ciudad en dos columnas, una por la ruta 12 y otra por la ruta 14. Volvieron a las chacras: se iniciaba una nueva etapa en el sector agrario yerbatero.

Huella del tractor en el asfalto

En el Cruce Karaben, ahí donde se inició el “tractorazo”, fue colocada este sábado 29 de mayo una placa recordando que se cumplieron 20 años de la gesta agraria. Se trata de una placa de hormigón donde está impregnada la huella del tractor y hojas de yerba mate, con la fecha 29 de mayo 2001-2021. El hormigón representa la contundencia y el peso de la lucha agraria, graficando la importancia de la unión y de la solidaridad de los productores y de las organizaciones agrarias para llevarla adelante.
El paso del tractor que generalmente sólo es visible en la tierra colorada de las chacras, ocupó un lugar relevante en las rutas en los años 2001 y 2002. Desde entonces, tal como lo recuerda la placa colocada este sábado, su huella quedó impregnada también en el asfalto.

Otra característica de la placa es que está ubicada en dirección a Posadas, epicentro de las manifestaciones, donde se concentran las principales sedes políticas institucionales y económicas que definen el curso de la economía. Fue confeccionada por la APAM y colocada por los dirigentes agrarios Hugo Sand, Carlos Ortt, Cristian Klingbeil y Darío González.

El “Tractor opaco” es “Petterson”

Sensible y con la mirada siempre puesta en el pueblo, el artista Joselo Schuap brindó un singular apoyo al “tractorazo” con la canción “Tractor Opaco”, que se transformó en “el himno de los agricultores”.
“Nada es más digno que esas manos gastadas, nada es más elegante que su alpargata”, dice uno de los renglones de la composición de Joselo Schuap.
“Con su tractor opaco desubicado, en este asfalto frío ya está casando / como puede ser, qué ocurrió en el cielo, que el que trabaja la tierra está por el suelo”, se escucha en otro tramo de la canción.
La canción se completó con una producción audiovisual, para lo cual se eligió, entre los muchos tractores apostados en la plaza 9 de Julio, el de Jonás Petterson (dirigente agrario de Andresito), que fue pintado con imágenes que representan la lucha agraria.
Así, el tractor de Jonás Petterson, con dibujos de manos con puños cerrados, que simbolizan al hombre que vive oprimido y luchar por los derechos de los explotados, fue protagonista en la producción audiovisual de la canción de Joselo Schuap.
El respaldo del compositor y cantante de música litoraleña a los colonos es permanente y muy valorada en el sector agrario.

Extraordinarios para un hecho extraordinario

Juan Ricardo Kelm, autor del libro “El tractorazo, crónicas de una epopeya” (Editorial Universitaria), sostuvo que las movilizaciones de los agricultores misioneros en los años 2001 y 2002 constituyen un hecho extraordinario.

Nunca se había dado un movimiento tan solidario y tan importante como el que se inició en el 2001. Los mismos colonos no tenían y algunos no tienen dimensión de lo que habían hecho. El único movimiento de clase media en el mundo fue la Revolución Francesa… no existen revoluciones hechas por la clase media porque la clase media siempre tiene algo que perder, entonces no se rebela. Por eso el tractorazo es un hecho extraordinario”, explicó.

Kelm contó que “este fenómeno interesó al Departamento de Estudios Latinoamericano de la Universidad de Princeton, de Estados Unidos, quienes estudian todos los movimientos sociales y este interesó justamente porque la rebelión de la clase media no se da… Ellos pidieron mi libro para estudiar”.

Los productores que formaron parte de aquella gesta recordaron una singularidad: “No había líderes; todas las novedades se comunicaban en asambleas y todas las decisiones se tomaban en asamblea”, coincidieron Sand, Mariano “Tulio” Statkiewich (responsable de reunir a más de 40 tractores en Alvear y Almafuerte), Elena Fanni Valdéz y Fernando Finke.

Este último, además se destacó por ser de la idea de poner al tractor en el centro del escenario. “Siempre estuve metido en la lucha agraria; en la década del ´80 luchamos para mejorar el té, y después la yerba. En las reuniones que teníamos con nuestros compañeros se me ocurrió la idea de marchar con tractores, algo que había visto en Córdoba, y fue aceptado, y tuvo éxito”, contó.

En la larga lista de protagonistas tienen un lugar especial las mujeres que acompañaron y se pusieron al frente de las manifestaciones. “Recuerdo a la señora Berta Felch, que llevaba una silleta y se sentaba en el medio de la ruta, y era la primera que cortaba el tránsito”, memoró Sand. “Como ella, muchas más. Las mujeres cuando ven que la familia se resquebraja, son más valientes que cualquiera”, agregó.

Además de los ya nombrados, cabe recordar también a referentes como Carlos Hut, en Aristóbulo del Valle; Manfredo Seifert, en Montecarlo; los Petterson, en la zona Norte; Alberto Mantay, Pedro Angeloni, Oscar Minder, Carlos Palo, Pedro Jeniors, Arturo Linzznienz, José Klauck, Erich Tschirsch, Albertina Lisneski, Kinishiro Hatta, Juan Kalitko, Juan Carlos Lefemberg y Juan Tarasiuk, en Jardín América y San Ignacio; Luis Mancini, en Campo Viera; Ewaldo Grumbar, Raúl Solmoirago, Enrique Kuszko, Nélida Beatriz Wojtowicz, Adelino Kelm y su esposa, Anatolio Prusinski, Norberto Beto Hein, Andrés Haddad, Carlos Minoura, Tito Mónaca, Carlos Felsch, Alfredo Belk y Alma Noremberg, Carlos Ortt, Segismundo Loog, Samuel Fedyk, Lalo Makaruk, Matías Miguel Statkiewich, Jorge Tatarin, Rubino Schonwald, Albino Hennig, Guillermo Weiss, Daniel Hardward, Alfredo Yabloski, Martín Pauluk, Jaime Koch, Argentino Almeida, Martín Tonn, Juan Kornichuk, Lidia Bilinski y Adelino Kelm, Basilio Chamula y Pablo Chamula, de la zona Centro; Juan Carlos Gomeñuka, en San Pedro.

También Roxana Argüello, Ariel Steffen, Eugenio Korostinsk, Oscar Klingbeil, Carlos Nas, Argentino Almeida, Tito Feltan, Oscar Puzco, Pedro Pablo Baiura, Kelm, entre otros.

Con colaboración especial en textos y fotos de Cristina Besold

  • Fernando Finke y su esposa Elena Fanni Valdez.

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