Sigrid Sand forma parte de un staff de técnicos y capacitadores especializados del Ministerio de Agricultura Familiar, quienes trabajan para impulsar el desarrollo productivo de las familias misioneras.
En las chacras misioneras, miles de familias productoras cuentan con el apoyo especializado de los técnicos del Ministerio de Agricultura Familiar para poder desarrollarse. Los tiempos que corren, el cambio climático y los nuevos paradigmas del trabajo agrícola marcan el camino para un desarrollo que requiere tanto de buenas prácticas con el ambiente como la mayor rentabilidad para el productor.
Por ese sendero se impulsan diferentes programas de promoción gubernamental, y entre ellos se destacan las “Escuelitas de Campo” impulsadas por Agricultura Familiar donde técnicos y productores abordan diferentes temáticas.
En principio se desarrollan en la chacra de un productor que participa de la escuelita, donde algunos de los principales objetivos son “promover la ejecución de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), la producción agroecológica y el cuidado ambiental con la transferencia y construcción de conocimientos entre todos los participantes y los técnicos”, dijo a Eco&Agro de Primera Edición, Sigrid Sand, una de las tantas expertas y técnica de la zona de Apóstoles.
Articulación
“Para llevar adelante los programas es fundamental la articulación con los municipios y las demás instituciones que se encuentran en el territorio y que también trabajan en pos del desarrollo rural. A través del trabajo articulado y las acciones compartidas se logra potenciar cada una de las intervenciones en el territorio. El fin es lograr el desarrollo y el arraigo rural”, enfatizó.
Y explicó: “Somos un grupo de distintos técnicos distribuidos en la zona productora. A mí me toca la zona de Apóstoles, Azara, San José, Tres Capones, en la zona sur. Entre todos nos distribuimos el trabajo en los otros departamentos, con la idea de poder acercar las herramientas que tiene Agricultura Familiar a los pequeños productores”.
Sigrid, proveniente del seno de una familia de productores (es hija del reconocido dirigente rural Hugo Sand) trabaja hace 15 años en esa tarea, primero en Oberá y gran parte de la Zona Centro, pero desde hace cinco años está afincada en la Capital Nacional de la Yerba Mate.
“Notamos con orgullo que los colonos están incorporando nuevas tecnologías, y no únicamente lo que nosotros, como técnicos en terreno les podemos acercar. A través de Internet y los programas de Agro en la televisión, están haciendo un buen trabajo”, confió.
“Continuamente nos están poniendo nuevos desafíos, porque están muy informados. Otra cosa que se ha transformado en una gran herramienta son los grupos de Whatsapp, donde la comunicación se ha vuelto muy fluida”.
Según la técnica, la dinámica de la incorporación de las nuevas tecnologías amplía el universo de interesados en capacitarse para apuntalar su trabajo productivo.
Finalmente, explicó que “es un trabajo en el cual se articula lo nuevo con lo clásico, ya que muchas de las técnicas en las cuales trabajamos se trata de recuperar conocimiento que por alguna razón se fue perdiendo, pero que nunca dejó de ser útil y significativo”.
Hacia un modelo de agroecología
“Mediante el programa Semillas Criollas empezamos a recuperar muchas prácticas que se fueron perdiendo. Se trata de un trabajo que Agricultura Familiar viene haciendo hace muchos año para revalorizar las semillas nativas y la recuperación de algunas formas de cultivo. Los productores están muy contentos, porque implica que se intercale lo nuevo con lo que ya aprendieron, quizá desde niños mediante la transferencia de sus ancestros”, señaló Sigrid Sand.
Un detalle importante: las variedades que se entregan a los productores de la provincia son resistentes a las inclemencias del tiempo y están adaptadas a nuestro suelo.
“En todo caso”, aclaró Sand “no se trata de un volver a esas prácticas para ir hacia atrás sino recuperar lo que estaba bien para potenciarlo”.
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