Aunque es temporada de cosecha, en la cuenca de Ruiz de Montoya sólo se cuentan pérdidas. Las flores no resistieron las elevadas temperaturas y ahora la polinización está en riesgo porque el abejorro responsable “desaparece” en marzo.
La peor temporada que se tenga memoria atraviesan los productores de maracuyá de la cuenca Ruiz de Montoya, donde ya se perdió el 80% de la cosecha y el resto se encuentra en riesgo. Además, se teme que ni siquiera se pueda volver a plantar este año porque dependen de un abejorro para la polinización y con la llegada de marzo el insecto migra de la zona.
Tampoco sirvieron de mucho las obras de reservorios llevadas adelante por el Ministerio de Agricultura Familiar, ya que, sin bien se resolvió ese aspecto para “ganarle” a la tremenda sequía y sirvieron para garantizar el necesario suministro, las flores no resistieron las elevadas temperaturas.
“Estamos realmente muy complicados porque, si bien nos preparamos mucho para pasar el verano y pudimos implementar tecnología adecuada para el sistema de riego, las temperaturas fueron demasiado altas y como las flores estaban saliendo y todavía no contaban con la protección del follaje, se fueron quemando”, contó a PRIMERA EDICIÓN Sergio Steffens, productor de la cuenca de maracuyá que abastece al mercado nacional e internacional.
“Antes de abrirse ya se quemaban, por lo tanto tampoco polinizan y por eso ahora es muy baja la producción, perdimos casi todo”, lamentó.
Y explicó: “Los que integramos la cuenca ni siquiera tenemos fruta, yo salvé lo que tenía bajo cubierta y con riego automatizado, pero en definitiva, si todo tuviera que tenerse bajo cubierta, sería muy costoso de mantener”.
La mayoría del producto se sacaba fuera del circuito de comercialización local, por medio de un mecanismo similar al de una cooperativa, mediante el cual a los trabajadores les era posible tener mejores rendimientos. Todo aquello que no era apto para vender fuera (pulpa y fruta) se ubicaba en una fábrica de San Javier, otra compradora que también se verá afectada por la escasez de producción.
“No hay nada”
Desde el incipiente desarrollo de la cuenca nunca se habían registrado tantas pérdidas y para colmo, la sequía afectó a toda la cadena de producción, con lo cual crece la incertidumbre con respecto a 2022.
“Tendríamos que estar todos en plena tarea y no hay absolutamente nada. No sabemos cómo va a seguir”, graficó el colono.
“Por ahora, los que nos dedicamos a la agricultura nos vemos en un estado complicado. Si bien quienes trabajamos la tierra sabemos que para sostener las dificultades siempre es necesario contar con el respaldo de otras producciones como anexo, porque de lo contrario es más seguro ir a pique, hoy por hoy todo el circuito está en crisis”, subrayó en sintonía con otros trabajadores que reportan idéntica situación.
“Nuestra realidad es así: la necesidad de tener sí o sí más de una producción y rogar que al menos en una te vaya bien. Sin embargo, este año todos entramos en una crisis generalizada que se viene extendiendo a causa de las inundaciones y lluvias torrenciales en 2020 y ahora con el azote de la extrema sequía en 2022”, graficó el hombre.
Incertidumbre en el horizonte
Un abejorro que es del género bombus es el responsable de la polinización de la planta, ya que el maracuyá es una especie diploide con flores hermafroditas y un alto grado de autoincompatibilidad.
La polinización es cruzada (alogamia) y realizada principalmente por insectos de género Xylocopa, conocidos comúnmente como abejorros de gran tamaño.
“Sin embargo, la época en la que van desapareciendo comienza en marzo, por lo tanto ni siquiera sabemos si se puede contar con ello y hay que arrancar a hacerla de forma manual, pero ¿qué productor tiene tiempo para llevar a cabo ese proceso que es sumamente complejo?”, se preguntó Steffens.
“Es sumamente difícil poder hacerlo de esa forma, porque además ni siquiera hay garantías de que funcione. Esto nos vuelve a mostrar que va a estar muy complicado el panorama”, avizoró el joven productor.
“Para colmo, desde el inicio de la temporada de verano venimos padeciendo altibajos, con una muy mala cosecha de sandía, y después lo mismo pasó con los melones. Porque las condiciones del clima no aportaron lo necesario para que el trabajo se haga en tiempo y forma”, prosiguió su relato.
“Todo lo que el agro atraviesa por lo mismo por causa de la sequía y el sol. Inclusive ahora hasta la ganadería se está viendo afectada porque no hay buena pastura. Es todo un combo que no sólo nos pone ya mismo en una situación difícil sino que nos presenta un horizonte lleno de incertidumbre”, reconoció Sergio Steffens.
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