Este sello de calidad abre las puertas en cientos de ciudades de religión musulmana, ya que se trata de un requerimiento esencial para la comercialización del producto.
El té misionero, viene abriendo espacios con buena presencia y calidad. Pasando la principal exportadora de este producto desde Argentina, siendo sus principales compradores países como Rusia, Chile y Estados Unidos.
A esto se suma una nueva oportunidad de expansión. La empresa Klimiuk Hermanos SRL dio en los últimos días un gran paso hacia un mercado nada fácil de llegar, pero con una perspectiva de venta ampliamente positiva: los países de religión islámica. Es que son naciones consumidoras de té por excelencia, lo que los hace doblemente exigentes a la hora de comercializar y comprar el producto.
Justamente gracias a la calidad y el trabajo, la empresa radicada en Campo Viera obtuvo el sello de certificación Halal, que significa “permitido” por la religión Islámica, fundado en preceptos que contemplan aspectos de higiene y salubridad. Los que consumen productos Halam son musulmanes que practican el Islam.
Actualmente, es la única empresa argentina de manufactura de té negro en obtener el sello de certificación de la Religión Islámica. Esta certificación es garantía de calidad, alimentos sanos y empresa controlada, siendo de esta manera un pasaporte para la exportación, teniendo en cuenta que la población musulmana alcanza alrededor de 1.500 millones de personas (el 25% de la población mundial) distribuidas en al menos 123 países.
El mercado Halal
Los productos Halal tienen una apertura a cinco mercados de sobremanera importantes: Medio Oriente, Europa (principalmente Francia y Holanda), Asia Pacífico (donde Malasia es el referente Halal más importante), Estados Unidos, y Australia.
La empresa Klimiuk ya cuenta también con otras certificaciones, como BPM (Buenas Prácticas de Manufactura), Alimentos Argentinos, HACCP (Hazard análisis control critical points) y Rainforest Alliance. Empero, el mercado Halal, con cifras del año 2007, representa unos 560 millones de dólares por año en ventas, lo que de forma evidente fue creciendo conjuntamente con la expansión de la religión a nuevos países.
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